Publicado el: 16 marzo 2021

 

 

“Con teteras, agua en chuicos, carpas los que tenían, o sabanas pegadas, alimentos (dando preferencia a la leche para los niños), perros, gatos, gallos y gallinas, todo transportado en bolsos, carretones de mano, carretelas de tracción animal; camiones y taxis arrendados, cerca de las 00:30 horas de la madrugada del 16 de marzo de 1967 y ante la orden de los enlaces que iban en bicicletas, avisando con pitos el inicio del «paseo a la playa» – o de la toma a secas – se dio inicio a la movilización de los allegados, arrendatarios y sin casa de las comunas de Barrancas y Quinta Normal”

Así relata el libro “Herminda De La Victoria, aspectos históricos”, del historiador Luis Moulian y la misionera Lydia De Wolf, las primeras horas de vida de esta histórica población. Su origen se sitúa en una toma de terreno realizada en la intersección de San Pablo con Las Torres por la «Agrupación Comunal de pobladores de Barrancas”, cuyos integrantes pertenecían en su gran mayoría a los “Comités de familias sin casa”.

Cuenta la publicación que con el correr de las horas aparecieron carpas de todos los tamaños. Así lo recuerda Sergio Ramos (63) dirigente de la población que a sus 9 años fue testigo y protagonista del nacimiento de “La Herminda”.

“El terreno era de Caritas Chile. Esto se formó con gente que arrendaba, que no tenía casa, allegados, matrimonios jóvenes con muchos niños. Había mucha miseria. Yo vivía en una casa que mi familia arrendaba en la población Las Lomas, entramos a formar parte del comité para la vivienda Vicuña Rozas cuando el dueño de la casa amenazó con golpear a mi mamá por el no pago del arriendo. Juan Araya, dirigente de la época, la defendió y la invitó a ser parte del comité”, recuerda.

Las mujeres: gestoras de la población

Sergio Ramos trabajó desde los 6 años vendiendo diversos productos, entre ellos pan y empanadas que su propia madre elaboraba, para aportar al escueto presupuesto familiar. Una vez instalados en la toma se inició el camino hacia la organización interna de la naciente población y la búsqueda de la tan anhelada casa propia a través de la “autoconstrucción” que cada familia llevó adelante como pudo.

“Éramos más de 1.000 familias. El 70 % o más eran mujeres. Gracias a ellas se gestó la población. Con suerte el 25 % eran hombres. Mujeres con niños, dueñas de casa. Estuvimos hasta junio o julio de ese año -1967- en carpas. Cerca del 18 de septiembre regresamos a las casas o a los lugares en los que a duras penas podíamos estar antes de iniciada la toma, a esperar a que el terreno se estacara e instalaran tuberías y postes para la luz. Mi vieja pagaba en la CORVI un rol para comprar nuestro terreno a través de esta institución. Cuando regresamos, iniciamos la construcción de nuestra casa, con nuestras propias manos y nuestros propios medios”, detalla.

La única regalía que recibieron, señala Sergio, fue la instalación de un pilón que los abastecía de agua. En este “potrero”, según sus propias palabras, las pobladoras y pobladores forjaron su propio destino. Desde ahí vivieron los tres años que duró el gobierno de la Unidad Popular, una época que recuerda “movida, fantástica y luminosa”, y desde ahí también enfrentaron a la dictadura de Augusto Pinochet.

 Pionera de las ollas comunes

Guiados por la solidaridad y la necesidad de alimentar, con pocos recursos, a familias enteras, las y los pobladores organizaron ollas comunes con productos que “rescataban” de La Vega. Junto a la población La Victoria -en los años 50- y La Legua, la Herminda de la Victoria fue pionera en realización de esta forma de alimentación comunitaria.

“Las mujeres fueron fundamentales en su realización. Se cocinaban porotos, tallarines, pantrucas. Todo esto en medio de la solidaridad y aportes que recibimos de los trabajos voluntarios de los universitarios, folkloristas y grupos artísticos que nos visitaban, y de una delegación vietnamita en honor a la cual se construyó el Parque Ho Chi Minh”, señala Sergio, quien define a su población como “la más grande, emotiva, tranquila e histórica”.

Es esta memoria histórica de lucha por el derecho a una vivienda digna la que este 16 de marzo cumple 54 años. Muchos pobladores desaparecieron durante la dictadura.  A otros vecinos fundadores se los llevó la pandemia del COVID-19. Él mismo estuvo hospitalizado, intubado, casi dos meses. En total, no quedan más de 100 fundadores. Si la pandemia lo permite, la Herminda de la Victoria podrá reunirse nuevamente para conmemorar un año más de lucha por la dignidad y la justicia.