Publicado el: 30 junio 2021

 

Fueron surgiendo de a poco, a contar de marzo de 2020, coincidiendo con la llegada del coronavirus al país y la posterior crisis económica que gatilló la pandemia. Tres meses después, hace justo un año, ya se habían masificado: 881 ollas comunes llegaron a contabilizarse, solo en comunas de la Región Metropolitana.

Se instalaron en medio de barrios, poblaciones y campamentos, con ayuda de los municipios, organizaciones sociales o con las despensas de los propios vecinos, quienes, ante la adversidad, resolvieron aunar fuerzas para ayudarse entre ellos.

El movimiento, que tiene de solidaridad y angustia, no se ha detenido. Aunque sí ha visto una reducción de los comensales, de la mano con la reactivación que ya anotan distintas actividades productivas del país.

Un tercio de estos comedores sigue activo en la capital. Al menos 325 de ellos, a partir de un sondeo que realizó La Tercera en 31 comunas de la Región Metropolitana que entregaron información.

Una de estas iniciativas es la que dirigen Amalia León (58) y Anita Valenzuela (54), desde la olla común “Vecinas Cesantes en la Lucha”, ubicada en Cerro Navia. De lunes a viernes preparan un plato distinto: el último jueves fue lentejas con longaniza, en dos tambores que entregan 150 raciones.

Revisa el reportaje completo en www.latercera.com