Publicado el: 26 abril 2021

El volante narra sobre su presente en el fútbol y repasa su historia en la comuna, desde su infancia a los partidos en la población Colo Colo, la que visita día a día.

Transcurre 2020 y en el camarín de Colo Colo la rivalidad con Universidad de Chile no es la única que se respira en el ambiente. Entre bromas y risas, dos integrantes del plantel viven su propio clásico, sin importar que uno sea una legendaria estrella del club y el otro cumpla unas semanas en el club. Por un lado Esteban Paredes, por el otro Ignacio Jara. Fuerza Joven versus Tevito, el histórico clásico de la Población Colo Colo de Cerro Navia. Ambos se conocen desde la juventud del ídolo y la niñez del nuevo refuerzo.

Paredes fue el primero en llamar a Jara una vez se cerró su llegada al club tras un breve paso por el Goiás de Brasil.

“Cuando recién llegué a Colo Colo, el primero que me llamó fue él. Me dio la bienvenida y me contó que me iba a incorporar a un buen grupo. Él conocía a mi mamá, a mi familia. Estudió con ella en el Complejo Educacional de Cerro Navia, donde además mi tata era el auxiliar.  Pese al breve tiempo que compartimos, fue un muy buen lazo el que logramos tener”.

Hoy, ya sin Paredes en el plantel, Ignacio Jara (24 años) quiere escribir su propia historia en el club. Tras una primera temporada donde el club luchó por no descender, hoy sueña con ser campeón y clasificar a copas internacionales. Sin embargo, reconoce que sin importar a donde lo lleve al fútbol, su mente nunca se aleja de Cerro Navia.

¿Cómo fue tu infancia en la comuna?

Vivía en la Población Colo Colo, donde está la cancha, un pasaje más arriba. Tuve una infancia sana, jugábamos mucho en el pasaje con mis amigos. Una vez despegó mi carrera, mis padres y yo nos fuimos, pero aún está mi familia, mis abuelos, mis tíos y mis amigos. Hoy vivo en La Florida, cerca del Estadio Monumental, pero me gusta ir mucho para allá, casi todos los días voy, porque también allá vive mi hija.

En Cerro Navia soy como soy, la gente me conoce y me hacen sentir cómodo. Estoy a pies pelados o sin polera, a nadie le importa. Además me saludan los niños del sector, que son igual a como fui yo, con los mismos sueños. Me ven como un ejemplo a seguir, así que no tengo problema en jugar una pichanga con ellos. Creo que esas cosas me hacen estar siempre ligado a la comuna.

¿Qué es lo que más rescatas de tus orígenes?

Fueron años de sacrificio, de pagar el Metro, la micro. Le debo la vida a mi familia, a mi padre y mi madre, que siempre estuvieron conmigo y que nunca me faltó para comer. Pero nunca tuvimos grandes cosas, así que hoy le tomo el peso a eso. Cuando cuesta, uno disfruta mucho más. Hoy nadie me puede decir que me regaló algo, porque siempre fui en busca de mi sueño.

El fútbol siempre fue más fuerte que otras cosas, como la droga. Eso le quiero transmitir a los chicos. Sé que hay muchos niños que tienen un gran potencial, pero que a veces se dejan influenciar por otro tipo de cosas. Es complicado salir de ahí.

¿Cómo comenzaste en el fútbol?

En mi familia son súper ligados al fútbol. A los 10 años comencé en Cobreloa, en las canchas de tierra de General Bonilla con Teniente Cruz. Ahí comenzó el sueño. Al principio me costó, no me querían dejar porque era un poco gordo, pero le pegaba bien al balón. Finalmente me quedé y a los 15 años me fui a Calama. Fue un desafío muy importante y lindo. No fue fácil salir de casa, pero lo hice con muchas ganas.

Para aquellos niños y niñas que quieren alcanzar el fútbol profesional, ¿cuál crees que es la receta?

En esta vida hay que ser perseverante, las cosas no se van a dar de un día para otro. Estuve casi cuatro años en Calama y recién luego de ese tiempo pude debutar en primera, sabiendo las cualidades que tenía y en las cuales yo confiaba mucho. Aún así, no se me daba, citaban a otro. Llegaban y llegaban los técnicos y preferían a otros chicos antes que a mí. Pero yo seguía, en una ciudad complicada como Calama, pese a que gran parte de lo que soy hoy se los debo a ellos. A los 15 años no sabía hacer nada, tuve que trabajar, estudiar y entrenar todos los días. Es súper difícil, pero si realmente aman al fútbol y quieren sacar adelante a su familia, tiene que sacrificarse y dejar muchas cosas de lado, porque en el fútbol no hay nada fácil.

¿Cómo eran las pichangas en Cerro Navia?

Jugaba los campeonatos en “La Colo”, donde habían equipos como “Los que Somos, Somos”, “Máximo Gorky” y yo que jugaba en el “Tevito”. Eran campeonatos muy buenos, se llenaban las canchas que en ese entonces eran de cemento. Tengo muy lindos recuerdos de ahí.

¿Cuánto te formaron esos torneos como futbolista?

Cuando uno juega en el barrio es distinto a otro tipo de jugador. Uno aprende las “mañas”, a ser más astuto en las jugadas. Siempre jugaba en el “Tevito”, mi familia está toda ligada al club, así que fue una experiencia linda.

¿Cuán distinta es la presión en esos partidos a uno en el Monumental, por ejemplo?

Cuando juegas finales en el barrio creo que la presión es distinta. La gente está pegada a la cancha, me ha tocado estar en partidos con gente armada, pero uno lidia con eso porque sabe donde está jugando. Pero uno se expone en ese tipo de cosas. Ahora, salvo cuando vine por Cobreloa, me encantaría jugar con la camiseta de Colo Colo a estadio lleno. Siempre ha sido uno de mis sueños, porque fui hincha, fui un par de veces a ver partidos y mi familia es toda de Colo Colo. Espero ese momento cuando se normalice toda esta situación.

 

La selección, Colo Colo y el futuro

 

Desde su debut en la primera de Cobreloa en 2016, hasta su llegada a Colo Colo en 2020 tras siete partidos en el Goiás, la carrera del zurdo volante cerronavino ha tenido diferentes momentos que atesorar. Uno de ellos es su participación en la Copa América Bicentenario de 2016 conseguida por Chile, competencia en que perteneció al grupo de sparring que entrenó junto a la selección adulta en el transcurso del torneo. Sin embargo, su relación con “La Roja” no se limita solo a esta experiencia.  En 2017 integró la selección Sub-20 que participó del sudamericano de la categoría en Ecuador y en 2019 vistió la camiseta nacional en la tradicional copa sub-23 Esperanzas de Toulon jugada en Francia.

Ya convertido en refuerzo de Colo Colo,  se convirtió en pieza vital durante la compleja temporada 2020 que vivió la tienda alba. Desde su llegada hasta el partido por el descenso, Jara participó en ocho encuentros, con un gol (frente a Unión La Calera en el Monumental) y tres asistencia. En la actualidad, y pese a no ser titular durante los primeros partidos del torneo nacional, ha tenido presencia en todos los partidos.

¿Cómo evalúas tu presente en el club?

Lo vivo tranquilo, aprendiendo. Estoy entrenando de buena forma, el año pasado adquirí mucha experiencia de jugadores que le han dado mucho al fútbol y a Colo Colo. Hoy estamos bien, con un buen grupo y casi dos jugadores por puesto. Queremos salir campeones, como corresponde al club. Es el equipo más grande y todos estamos en la misma sintonía.

¿Cuáles son tus objetivos?

Mi objetivo es jugar en Italia. Pero eso puede esperar, hoy quiero cumplir otro sueño y ser campeón con Colo Colo.