Publicado el: 11 septiembre 2023

50 años del golpe de Estado: Renovando compromisos con la memoria y los derechos humanos

El golpe de Estado de 1973 y sus consecuencias continúan resonando en el país. A 50 años, es un momento para mirar hacia atrás y comprender el profundo impacto que ha tenido en todas las facetas de la vida, pero también para dirigir la mirada hacia adelante y construir un futuro definido por la unidad y la memoria.

La dictadura liderada por Pinochet dejó una huella profunda en la población chilena. Miles de personas sufrieron vejaciones inimaginables; torturas, detenciones ilegales, ejecuciones, desapariciones y la represión política dejaron un oscuro legado. Al explorar las sendas de la memoria histórica, es evidente la importancia de la lucha constante por la justicia y la verdad. No podemos permitir que los horrores del pasado sean olvidados. Como sociedad y como individuos, recae en nosotras y nosotros la responsabilidad de enfrentar las violaciones de derechos humanos y asegurar que las voces de las víctimas sean escuchadas.

No obstante, este no es un momento para reflexionar únicamente sobre el pasado. Es un llamado a la acción, una reafirmación de que las acciones presentes determinarán el futuro que se anhela. A medida que el país avanza, surge la oportunidad de mirar hacia adelante con esperanza y determinación. 

Imaginemos un Chile en el cual todas las voces, independientemente de su procedencia o afiliación, se unen en un compromiso compartido: asegurarse de que los acontecimientos ocurridos en dictadura no se repitan. Una sociedad donde la organización se traduzca en acciones concretas para fortalecer la democracia y salvaguardar los derechos fundamentales. Entre todas y todos, se puede edificar un Chile donde la memoria histórica sea una brújula hacia la justicia y la igualdad, donde la resiliencia y la superación sean los cimientos de un progreso continuo.

Este recorrido hacia adelante exige esfuerzo conjunto. La apatía y la complacencia no tienen cabida. Es fundamental comprometerse a colaborar, aprender de la historia y transformar ese conocimiento en un agente de cambio positivo. Cada persona tiene un papel que desempeñar en esta narrativa de unidad y esperanza. Cada acción tomada en el presente allana el sendero para un mañana más promisorio.

Recordemos con solemnidad y respeto el pasado, honrando a las víctimas y extrayendo enseñanzas de las equivocaciones. Pero también miremos con valentía y determinación hacia el futuro. El cambio yace en manos de todas y todos, a través de la unidad y la organización, es posible garantizar que el Chile del porvenir sea un lugar donde la justicia, la igualdad y los derechos humanos constituyan el núcleo principal.