Más allá de la carretera: Isabel Lorca y el cicloviaje como puerta al autodescubrimiento
Isabel Lorca (28) es nacida y criada en Cerro Navia, egresada de derecho y cicloviajera. Ha recorrido 11 regiones y más de 12 mil kilómetros en su bicicleta, persiguiendo la meta de conocer todas las comunas del país. Conoce todo el sur de Chile, contemplando desde Santiago hasta la Región de Magallanes.
El cicloviaje es una odisea que une la destreza de la bicicleta con la sed de exploración, que regala una perspectiva renovada y genuina de los sitios que se recorren. Es una actividad que fusiona la libertad de este medio de transporte con las ansias de descubrir, sumergiendo a las y los viajeros en una experiencia única y auténtica.
“El tema en mi familia con la bicicleta fue super complicado, decían que era peligroso, la pedía para navidad y nunca llegaba. A los 18 años pude trabajar, y me compré mi primera bicicleta. Recién a esa edad empecé a pedalear y se me dio al tiro, era como si lo tuviese en las venas” Desde ese entonces nunca más se bajó de la bicicleta, toda su época universitaria recorría 12 kilómetros de ida y 12 de vuelta entre la universidad y su casa.
El desafío por conocer Chile en dos ruedas nace en Isabel con la muerte de su abuela. Tras enfrentar una fuerte depresión, en 2020 tomó la decisión de emprender su viaje como herramienta de superación y, además, en honor a su abuela, quien vivió postrada gran parte de su vida. Empezó en Panguipulli con la Ruta de los Siete Lagos, y no paró más.
El cicloviaje emerge como una oportunidad para conectar con la naturaleza, no es solo estar de paso, sino que es formar parte integral del entorno. Además, no es únicamente una experiencia física, sino también emocional y mental, donde cada kilómetro superado es un recordatorio.
“Lo que se vive en el transcurso del día andando en bici no es algo que se vea todos los días, porque uno va sintiendo esos olores particulares, esos bichitos, esos animales que se van escondiendo cuando te ven (…) Ha sido una de las mejores experiencias que he tenido personalmente, porque pude conocerme a mi misma tanto física como mentalmente”
El cicloviaje no solo es una odisea física, sino un viaje de autodescubrimiento. Cada pedaleada nos acerca no solo a nuevos horizontes geográficos, sino también a un entendimiento más profundo de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. En cada recorrido, se teje una historia tanto de conquistas externas como de crecimiento interno.